sábado, 27 de marzo de 2010

LA VIOLENCIA - CAUSAS HISTORICAS -

La dura cara de la violencia, que día a día cuenta por docenas a sus víctimas, es una amenaza constante a los logros, pocos o muchos, que el país ha alcanzado en materia de Democracia.

Este nivel de agresión cotidiana no es posible delimitarlo al accionar de las maras o gruposaislados de criminales. Este flagelo es producto de unas condiciones sociales, políticas y culturales que han evolucionado a lo largo de nuestra historia y que se manifiestan ahora como parte de una cultura de violencia, que ha alcanzado su mayor grado de expresión en este momento histórico a través del fenómeno de la GUERRA SOCIAL.

No estamos enfrentando una ola de delincuencia común, que podría por ejemplo, ser producto de la crisis económica mundial, ante la cual una cierta fracción de la población para enfrentarla, decida por necesidad, delinquir hasta el extremo de la criminalidad para sobrevivir. Estamos viviendo un periodo de GUERRA SOCIAL, que es consecuencia directa de una posguerra que no fue asumida de manera adecuada por la sociedad, con mayor responsabilidad de los sectores de la ultra derecha oligárquica, que se resiste a aceptar sus culpas y responsabilidades durante la guerra así como a ver la totalidad de las causas que dieron pie a la misma, evitando que podamos ver los hechos de la historia de manera transparente para esclarecer nuestro pasado, comprender la realidad de nuestro presente y prepararnos para el futuro.

No es posible que las causas de la guerra civil se quieran reducir a una “agresión comunista” frente a la cual los gobiernos de turno “defendieron” al país. A ella están intrínsicamente ligadas: la pobreza [extrema] de grandes masas de la población, la exclusión social y económica, la persecución y represión política, la explotación y represión económica, la concentración de la riqueza, los privilegios de clase vs. Derechos Humanos; condiciones que están presentes en nuestra historia desde la colonización de nuestra tierra hasta la fecha.

Este esquema resume a groso modo los grandes problemas históricos de El Salvador, en sus líneas económicas, políticas y socio-culturales. Vemos que hasta la actualidad se mantienen, y por tanto, prevalece la impunidad en tanto carencia de justicia para el pueblo, aún y cuando se han logrado avances en materia de Democracia formal; esta injusticia sumada a una cultura de violencia, forjada a lo largo de la historia, ha dado pie a la guerra social, que se alimenta al mismo tiempo de las otras dos, poniendo en riesgo los avances de la Democracia, pues cada vez el pueblo exige medidas más autoritarias y represivas para solucionar los problemas.

Ahora bien, las características de una guerra social son:

  • No tiene proyecto político determinado. La guerra civil tenía un fin, cambiar el sistema político-económico del país y las condiciones de miseria y explotación que sufría el pueblo, existía una línea filosófica, ideológica, política y militar que perseguía este fin último, sin embargo en la guerra social no hay ideologías, ni filosofías pues no hay un objetivo.
  • La guerra social carece de mandos políticos y militares, no hay con quien dialogar, hay una estructura semi-organizada pero esta no se muestra.
  • En la guerra social no hay frentes conocidos, no hay enemigos identificados, ¿cuáles o quiénes son los bandos en contienda? Hoy todos estamos en guerra porque todos somos parte de la crisis que la genera.
  • La guerra social a diferencia de la civil, no admite en una primera instancia ni solución militar, ni política, en cuanto, no hay estructuras identificables, ni hay enemigos claros, ni hay un fin último para esta guerra, en consecuencia no hay posibilidades de negociación.
  • Y lo más importante, una guerra social no es un problema de delincuentes y policías, surge de una crítica a la sociedad. Esta guerra es producto de toda una serie de problemas sociales, económicos, culturales y políticos que no se han atendido de la manera adecuada, que se han ido acumulando y que están en estrecha relación con el modelo económico capitalista.
Entonces ¿Es sólo un problema de seguridad pública o es necesaria una perspectiva más amplia? ¿Revalorar el sistema político-económico que dibuja a la sociedad y que no ha respondido a las necesidades de desarrollo del país y por tanto, cuestionar el rol del Estado y discutir sobre la seguridad que debe brindar a la ciudadanía?

Las muertes y la violencia no son causadas sólo por las maras o pandillas, se les puede señalar por las riñas entre bandos, extorsiones, venganzas, sicariato, trafico de drogas y peleas por territorios, pero además hay que señalar al crimen organizado (narcotráfico, contrabando, tráfico de personas, de armas, lavado de dinero). A la violencia social: venganzas personales, por acciones pasionales, riñas estudiantiles, enemistades, por autodefensa. La violencia contra mujeres, niñas, niños, y ancianas/os. La violencia contra las personas de diferente orientación sexual. Los accidentes vehiculares por el uso de drogas, alcohol o simple ira. La reproducción de la violencia familiar por el abuso doméstico. Los propios abusos de las autoridades de seguridad, y todo esto, entremezclado.

En resumen, es todo un contexto histórico el generador de tanta violencia ¿cuándo fue la última vez que El Salvador vivió un periodo de paz, prosperidad y crecimiento cultural donde las mayorías disfrutaran de una vida digna? Este mal no puede reducirse al accionar de un grupo en particular de la sociedad, y no se esta defendiendo o disculpando a estas personas, pero, por ejemplo, el aumento de las penas de cárcel para los y las adolescentes infractores no soluciona el verdadero problema, esta comprobado que cuando una persona infringe la ley no lo hace pensando en las penas que afrontará por ese delito, lo hace pensando que en ese momento va a solventar una necesidad en extremo urgente para si misma. Si ha esto le sumamos que encarcelarlo no ayuda porque no hay posibilidades de rehabilitación, solo estamos agregando más leña al fuego. Se necesitan planes de choque si, para contener, pero también planes que se avoquen a resolver de raíz las causas de este problema.

Para resolver esta grave crisis nacional, es necesario que el Estado se reevalúe. Privilegiar las condiciones que favorezcan al desarrollo económico estaría bien, si ese desarrollo fuese para toda la población y no solo para aquellos que presumen que sus privilegios están por encima de los derechos de todo un pueblo. Al tiempo que construyeran una cultura de paz, tolerancia, convivencia pacífica y armoniosa; una cultura de respeto, protección y renovación de la naturaleza, que es, al mismo tiempo, construir una cultura de amor por la vida.

viernes, 5 de marzo de 2010

AGROCOMBUSTIBLES

Despojo de tierras para agrocombustibles: ninguna tierra es marginal

08.04.2009

Antes poblaciones y biodiversidad, ahora solo palma
Antes poblaciones y biodiversidad, ahora solo palma

Brasil, Colombia o Argentina son considerados como regiones con gran potencial para expandir la producción de agrocombustibles para abastecer a la Unión Europea, en mucha mayor medida de lo que ya se viene dando en estos países. Una de los argumentos que se esgrimen por parte de los defensores de los agrocombustibles es la existancia de extensas áreas de tierra disponibles, a las que se denominan comúnmnete como “tierras marginales” o tierras de deshecho, abandonadas, improductivas. Sin embargo, en este artículo sostendremos que el concepto de “tierras marginales” -tierras con un bajo valor productivo es un concepto muy confuso y su uso en el contexto de los agrocombustibles puede resultar peligroso. Esta calificación de “marginal” es introducida por un interés productivista y económico de considerar los suelos (1). Desde nuestro punto de vista, el hecho de que un recurso natural, como lo es el suelo, no esté siendo utilizado para producir un beneficio económico para el mercado globalizado, no significa que no tenga un gran valor ecológico y para las poblaciones locales.

Desde un punto de vista ecológico no existe la marginalidad. En zonas de poca productividad, la producción de biomasa puede ser baja, o puede ser necesaria gran cantidad de fertilizantes y agua, lo que tendrá otras consecuencias como contaminación de aguas y toxicidad. Las denominadas tierras marginales tienen desde un punto de vista social, una función clave para la subsistencia de comunidades rurales. Así lo destaca un reporte reciente de la FAO (2). La población rural, y de un modo especial las mujeres, extraen habitualmente de estas áreas, todo aquello que necesitan para su subsistencia, como el alimento, caza, agua y leña. Los planes de expansión de los monocultivos industriales tan sólo extreman el problema de la concentración de tierras, y termina dificultando e incluso impidiendo su acceso a la población que depende de ellas, y así minando su modo de vida.

Muchas áreas naturales en Latinoamérica, como en Brasil la selva amazónica, el cerrado, la mata atlántica y el pantanal, han sido ya gravemente afectados por el boom de la producción de agrocombustibles, y la conversión del uso de las tierras en monocultivos industriales. Millones de indígenas, afrodescendientes y campesinos viven en estos ecosistemas, y dependen de ellos. Muchos han sido ya expulsados de sus hogares, a menudo con violencia. Hoy crece palma aceitera, maíz, caña de azúcar o sojá transgénicas en sus territorios ancestrales. Los impactos indirectos del desplazamiento de personas son muy serios y deben ser tomados en cuenta. Estos se encuentran repentinamente obligados a comenzar una nueva vida, casi siempre en condiciones muchísimo peores, en los suburbios pobres de las grandes ciudades o villas miseria (3).

Las preocupaciones de los campesinos y organizaciones sociales y ambientales latinoamericanas deben ser tomados en consideración y respetados no sólo por aquellos que elaboran las políticas globalizadoras, sino también por consumidores y hasta por ambientalistas. Las políticas de la Unión Europea que promocionan ampliamente la introducción de agrocombustibles que deben elaborarse a base de materias primas procedentes de las commodities de estas tierras supuestamente “marginales”, están olvidando o fallando en valorar a las poblaciones rurales de los países del Sur, sus modos de vida y los ecosistemas donde viven y de los que dependen, sus culturas, sus tradiciones, y así también sus derechos. Estas poblaciones no están orientadas al mercado global, sino a la producción de alimentos para sí mismos. Esto es lo que se califica de “marginal” o “deshecho”. En países como Malasia o Indonesia se habla de la existencia de grandes áreas de tierras marginales, donde deberán implementarse las plantaciones de palma africana, pero sin embargo, estos países tienen unas de las tasas de deforestación más altas del mundo. Todos sistemas de certificación de agrocombustibles que aspira a implementar la Unión Europea para la supuesta utilización de agrocombustibles “sostenibles”, fallan en resolver el problema de las tierras marginales, sugiriendo simplemente que los cultivos para agrocombustibles deben implementarse en estas tierras, sin acertar a definir de un modo claro cuáles son y dónde están.

Retomando la reflexión acerca de las tierras marginales, nuestra apreciación en el seguimiento que hacemos de cómo se está desenvolviendo la expansión de los monocultivos, es que la industria de agrocombustibles tiene sus ojos puestos principalmente en las mejores tierras, pero de modo intencionalmente confuso se utiliza este término de “tierras marginales”. Lo que realmente puede observarse, es que la producción de agrocombustibles está teniendo lugar sobre los ecosistemas naturales, los sistemas de agricultura local y sobre las propias comunidades rurales.

Hablamos de Argentina, donde niños mueren de hambre diariamente en todo el país, de Colombia, donde la población afrocolombiana está siendo desplazada con violencia y asesinada por encargo de empresas para hacerse con sus tierras para las plantaciones de palma; de Brasil, donde la reforma agraria es el principal motivo de lucha para la población rural. En estos países, ninguna tierra es tierra marginal.

Caso Argentina: De la Soja a la Jatropha

En Argentina, algunos funcionarios del gobierno y empresas intentan promover la jatropha como cultivo que restaura los suelos y da un aceite reutilizable y no comestible. La planta a partir de la que se produce este aceite, supuestamente crece en “tierras marginales”, con una alta productividad y sin competir con la cadena alimentaria humana ni animal.

El Grupo de Reflexión Rural GRR, que se ocupa intensamente de los problemas que ocasiona el agronegocio en el campo argentino, denuncian que estos planes producirán aún más desplazamientos de campesinos, más concentración de tierras y de riqueza en pocas manos, además de añadir miles de hectáreas deforestadas a los ya desaparecidos bosques. “No se limitará a aumentar la pobreza, el hambre, la tuberculosis, el chagas, la leishmaniasis o la fiebre amarilla, sino que además, la especie es extremadamente invasiva y su impacto en áreas de biodiversidad como el chaco será aún peor que el impacto de la soja transgénica” denuncia un representante del GRR. Esto significa, que como ya ha pasado con otros de los cultivos destinados a la producción de agrocombustibles en Latinoamérica, como la soja, la palma, la caña de azúcar o el maíz, la introducción de jatropha en el sistema económico, “no significará mayor desarrollo para las familias campesinas y para las comunidades, pero incrementará el producto interior bruto que sólo enorgullece al gobierno, confundiendo una vez más crecimiento con desarrollo”. El cultivo de la jatropha curcas está por cierto aún prohibido en Argentina, porque los correspondientes estudios de plagas aun no han sido efectuados en el país. (4)

La expansión indiscriminada de los monocultivos de soja y la apertura a la lógica del agronegocio del mercado mundial, han destruido la coexistencia en el campo argentino entre grandes terratenientes, pequeños campesinos e indígenas. Los grandes terratenientes que se asociaron con las multinacionales ganaron la batalla, y miles de campesinos fueron desplazados en los últimos años del campo argentino. Mientras el precio internacional de la soja aumentaba, la soja se exendía más allá de las tierras fértiles, hacia las llamadas “tierras marginales”, en el norte del país. Ahí vivían campesinos que cultivaban alimentos, y comunidades indígenas que luchaban por sus derechos territoriales, de los que dependían para su supervivencia (5). Esa región tiene además una de las tasas de biodiversidad más altas del país. Un conflicto de tierras enorme, que se desenvuelve con violencia, comenzó con la soja, y continuará con los planes oficiales para implementar la jatropha.

Casos muy recientes de comunidades afectadas por las situaciones descritas en el norte de Argentina son la comunidad indígena Wichi, que resiste en contra de la deforestación de los bosques para dar paso a más expansión de más soja en la región del bosque seco del chaco en la provincia de Salta. O el caso de la comunidad indígena guaraní que fue expulsada violentamente de su tierra por los productores sojeros, con la complicidad del gobierno de la provincia de Jujuy. Estas luchas son sólo ejemplos puntuales, pero para nada únicos.

Robo de tierras en Colombia

Nada ilustra de una manera más clara los conflictos por la tierra y la inexistencia de las tierras “marginales” que el caso colombiano. En Colombia, existen conflictos gravísimos por la tierra, que implican muerte, robo, ocupación de las tierras, militarización y paramilitarización, y una serie larguísima de violaciones de derechos fundamentales. La revista colombiana Semana, publicó recientemente una sección especial sobre el tema del robo de las tierras (7), donde se afirma que quienes reclaman sus tierras son asesinados, torturados y amenazados. De las tierras usurpadas apenas se ha devuelto el 1 por ciento. Algunos habitantes del Chocó intentaron regresar a sus tierras encontrándose al llegar con la sorpresa de que su pueblo había sido demolido y en su lugar crecía palma africana. Quince mil personas fueron desplazadas en este contexto, sólo en el bajo Atrato para la implementación del megaproyecto agrícola, cuyo boom se basa también en el de los agrocombustibles. Pocos son los que continúan resistiendo desde 1997 en que comenzó este desplazamiento. Las vidas de los demás ya han sido cambiadas para siempre, y la ocupación ilegal de 29.000 hectáreas de tierras por empresarios ha sido reconocida por el Estado colombiano.

En Colombia, desde hace ya casi dos décadas parcelas campesinas vienen siendo usurpadas o sus dueños presionados para venderlas a precios bajos, en un confuso marco jurídico para hacer aparecer todo como “legal” (8). A pesar de este complejísimo contexto, el gobierno colombiano habla de que prevee una expansión potencial de hasta 3.500.000 ha para los cultivos de palma. La pregunta al estado colombiano sería dónde se localizan estos millones de hectáreas, pues se menciona la aptitud de suelo y clima y otros factores de producción, pero no el hecho de que se trata de territorios de pueblos indígenas, comunidades afrocolombianas y campesinas. La revista Semana menciona un millón de hectáreas de tierras abandonadas en zonas remotas y conflictivas, que pertencecen a víctimas del conflicto armado; es impensable su ocupación para el agronegocio, ya que deberían ser restituidas a sus dueños legítimos. De este modo, más expansión de la palma en Colomiba, sólo podrá significar, al igual que en otras partes de Latinoamérica, más conflictos como los ya existentes sociales, culturales y económicos, además de los ambientales. Este es el peligro que supone la expansión de los agrocombustibles sobre cualquier superficie de tierra, aunque se llame a esta “marginal”.

Guadalupe Rodríguez, Salva la Selva (www.salvalaselva.org)

Información completa sobre agrocombustibles en los países del Sur puede encontrarse en:

www.stop-agrocombustibles.nireblog.com

Notas:

(1) Ibáñez Juan J., Dr. (CSIC-Universidad de Valencia), “Tierras Marginales: un Concepto Peligroso y Confuso”, http://weblogs.madrimasd.org/universo/archive/2008/06/01/93491.aspx (1-6-2008) and “Tierras Marginales y Biocombustibles de Segunda Generación: Otra Gran Mentira”

http://weblogs.madrimasd.org/universo/archive/2008/06/04/93758.aspx (2) FAO Report, Andrea Rossi & Yianna Lambrou,“Gender and Equity Issues in Liquid Biofuels Production – Minimizing the Risks to Maximize the Opportunities” (4- 2008) ( http://www.fao.org/newsroom/es/news/2008/1000830/index.html )

(3) Global Forest Coalition, “The True Cost of Agrofuels: Impacts on Food, Forests, Peoples and the Climate ”, (2007) (http://www.globalforestcoalition.org/img/userpics/File/publications/Truecostagrofuels.pdf)

(4) http://www.grr.org.ar/documentos/LAS%20SOLUCIONES%20MAGICAS.htm

(5) Norma Giarranca, “Agrofuels in Latinamerica”, july 2007, ( http://www.grain.org/seedling/?id=491 )

(6) Desalojos y violencia contra comunidades indigenas en el norte de Argentina Noticias Urgentes del colectivo de CAPOMA- Jujuy, Argentina, august 2008 ( www.lasojamata.org )

Recursos acerca del monocultivo de la soja en: http://stop-agrocombustibles.nireblog.com/post/2008/03/04/documentacion-acerca-de-la-soja#more

(7) “Los usurpados del Chocó”, Revista Semana, http://www.semana.com/noticias-nacion/usurpados-del-choco/121717.aspx

(8) “Los están matando”, Revista Semana, http://www.semana.com/noticias-nacion/estan-matando/121735.aspx