miércoles, 10 de abril de 2013

De la ética al pragmatismo. La praxis política y cultural.


Es de mucha cotidianidad que la sociedad en general, se sienta indignada u ofendida con el “hacer” de la clase política-partidaria. Se alzan voces de cada sector que denuncian, acusan, cuestionan, critican o reprochan, las decisiones o acciones realizadas por la partidocracia; y es que su accionar continuamente riñe con la legalidad formal, contradiciendo hasta los mismos valores y principios que predican. ¿Vale la pena entonces hablar de ética en la política?
En realidad no existe la ética dentro del hacer político, existe la utilización de un discurso “moralista” para fines electorales. Las decisiones se toman en base a  lo que ahora se conoce como pragmatismo, que es la filosofía, sintéticamente descrita, de que lo bueno es lo útil (¿lo útil para quién?) que no tiene nada que ver con la Ética, que en esencia le permite al ser humano la construcción de valores que dirijan su conducta hacia lo que es universalmente correcto, hacia su humanización. José Ramón Fabelo nos describe muy bien esta idea:
“La política, por su parte, entendida como el arte, la ciencia o la técnica para la obtención y el ejercicio del poder político, hace un uso instrumental del concepto de valor. Debido a que el poder (ya sea como aspiración o como realidad) se constituye aquí en fin supremo, los valores políticos resultan ser medios o instrumentos para la consecución de ese fin. Su valía está en estrecho vínculo con su eficacia como instrumento. Como lo que se somete a juicio y se proclama como valor es el medio y no el fin en sí mismo, la naturaleza de los valores políticos necesita ser juzgada desde una perspectiva extra-política, desde una ética o una axiología que trascienda la política misma y que enmarque al valor político en cuestión en un contexto humano más amplio. Desde esta perspectiva se entiende que lo que se asume como valor en política puede no serlo ética o axiológicamente hablando”.[1]
Al final los procesos políticos (y la política misma) no se construyen sobre la ética sino sobre la oportunidad en la búsqueda permanente por el acceso al poder; a las ventajas que ofrece la administración de la cosa pública o la inserción a la clase capitalista. En ese juego se dan las negociaciones y arreglos más retorcidos que nos podamos imaginar, convirtiendo en legal o propio lo que en otro momento es impropio o incluso ilegal, todo depende de la posición o ventaja que cada quien tenga en una coyuntura determinada.
Se maneja una falsa moral que esconde intereses individuales o de grupos, pero todo se hace con el argumento de alcanzar el “bien del pueblo” pero si los políticos dijeran la verdad sobres sus intereses o la manera real de como realizan sus negociaciones, tal vez no serían electos, ¿“tal vez”? Si, pues irónicamente no es secreto para nadie como son y se dan las cosas, lo sabemos perfectamente, lo cual nos vuelve aún más cínicos que a los mismos políticos; es entonces, una problemática inserta en lo más profundo de nuestra idiosincrasia cultural.
Una frase muy propia de El Salvador en referencia a la partidocracia es: “está bien que robaran, pero que también ayudaran al pueblo”. Ésta idea describe perfectamente el abandono cultural de la ética para abrazar el pragmatismo como hacer político, al final consideramos que si la clase política resolviera en alguna medida las problemáticas sociales, no importaría que roboran. El problema con ladrones y corruptos es que no piensan en el bien común.
La política como actividad práctica se desvirtúa por intereses ajenos al bienestar social, ya que le presenta al individuo los privilegios del poder y va enterrándose en lo más profundo de la corrupción. Sobre todo cuando se asume la perspectiva del pragmatismo desde la cual el político, la política, tomarán la decisión que le sea más útil para alcanzar sus fines y por tanto la ética deja de ser un fin y se convierte en un medio o peor, se vuelve más bien en un idílico ideario de sueños utópicos (por no decir quiméricos) que solo muestran como ingenuos a los hombres y mujeres que exigen un comportamiento ético en la política. Aparecen entonces como antagonistas de la praxis histórica del ser humano Política vs. Ética.
Si se quieren lograr cambios en un proceso reformista y no revolucionario, el pragmatismo dicta que es necesario hacer arreglos no solo con el poder establecido sino que también con la corrupción establecida, la ética nos dice que eso es inaceptable, pero como señalamos anteriormente la política camina sobre la oportunidad. Sin embargo al seguir únicamente este camino se corre el riesgo de perder la guía de los valores (la lucha de clases) y fines originales (el socialismo) corrompiéndose el trabajo transformador de la sociedad al tiempo que se mantiene la impunidad histórica en cada nivel de las instituciones; lo que al final resulta beneficioso para el sistema capitalista. Para evitar eso los líderes y lideresas políticas deben permanecer en una  estrecha convivencia con la realidad del pueblo, pues es en ella que se expresa la ética revolucionaria, en la sensibilidad hacia cualquier injusticia, al tiempo que debe profundizarse la organización político-social.
En definitiva claro que vale la pena hablar de la ética, es de suma importancia establecer una amplia y profunda discusión sobre el desarrollo de una perspectiva ética en nuestra política, pues es un tema preponderante dentro de la estructura del Estado y la cultura social, en tanto que, como sociedad, como pueblo, aspiramos a una institucionalidad que responda integralmente hacia las necesidades del ser humano y dado que El Estado y su gobierno se sustentan de nuestro trabajo y esfuerzo, en consecuencia deben actuar respondiendo a nuestras exigencias y no al contrario, nosotros/as sometidos/as a su impunidad.

Héctor Iván Castro.
10/04/13 San Salvador, El Salvador.-



[1] José Ramón Fabelo Corzo, “Los valores y su relación con el conocimiento” págs.75, 76 (PDF).  “Los valores ante el capital y el poder en el siglo XXI Crisis, desafíos y alternativas”. Camilo Valqui Cachi, Cutberto Pastor Bazán (Coordinadores) Ediciones y Gráficos Eón, S.A. de C.V. Av. México-Coyoacán núm. 421 Col. Xoco, Deleg. Benito Juárez México, Primera edición: julio de 2011.