sábado, 22 de junio de 2013

El Mínimum Vital (1929).

Alberto Masferrer. Parte I.

"En la situación exasperante y deshonrosa a que han llegado, y en la cual se han estancado casi todos los pueblos; en esa situación de lucha cruel y acérrima en que los millones acumulados surgen de la opresión y de la ruina de los hambrientos; en que atesorar es una palabra sagrada, y en que la envidia, disfrazada de reivindicación, acecha impaciente el momento de trastornar las cosas, de manera que los miserables de hoy sean los opulentos de mañana..., es natural que algunos hombres de sentimientos delicados surjan de todas partes, y busquen ansiosos un camino de reconciliación, una fórmula que renueve la alianza entre hombre y hombre, entre hermano y hermano, y sobre la cual, con sentido nuevo y verdadero, pueda lucir una vez más la palabra Dios.

En busca de esa fórmula los pueblos y sus conductores se han extraviado a veces lamentablemente, y las más dolorosas e irrazonables exageraciones han sido aceptadas como doctrinas salvadoras. ¿A dónde han conducido? Al odio de clases, al rencor de los que padecen, a la organización de los que están abajo preparando el día del desquite. Y cuando llegue —que será cuando los de arriba hayan agotado los medios de opresión y represión—, tendremos el mismo desorden, la misma construcción malvada y estúpida, en que sirve de cimiento el esclavo y de coronamiento el señor.

Esa lucha, ese odio de clases, ese afán de atesorar, y, por consiguiente, de oprimir en unos, y de vengarse en otros, se ha cristalizado en nuestros días en dos formas agudas: una, que tiende a la destrucción de las clases cultas, al nivelamiento económico, al rebajamiento de un comunismo absoluto; y otra, excrecencia de la codicia insana y perversión de algunos millares de vampiros, para quienes la dignidad, la libertad la independencia, la sangre misma de las naciones son materia prima para fabricación de dólares. Ahí ha llegado el mundo, con sus darwinismos comprendidos idiotescamente, con su doctrina de la lucha, de la supervivencia del más apto, que viene a ser, según el criterio del egoísmo, el más ávido y descorazonado.

Y a esta hora, ese odio y esa codicia son dos venenos mortales e insidiosos que se han infiltrado en el corazón de casi todos los pueblos. Consciente o inconscientemente, la humanidad entera se está afiliando en esas dos legiones de irreconciliables: la de los que padecen y odian y aspiran a la venganza, y la de los que atesoran y gozan, y por necesidad y ceguera se sostienen y se defienden con la represión.

En medio de esas hordas de lobos, hay hombres que sienten la vida, no sólo como un dolor, sino como una vergüenza, como una vileza. Y, en verdad es una vileza tal vida; y conformarse a vivir así, es abdicar el hombre de su condición espiritual, y resignarse a volver a la condición de fiera.

La que nosotros llamamos Doctrina del Mínimum Vital, viene a ser, así, como un llamamiento al buen sentido de los hombres, a su bondad primaria, a su instinto de conservación, casi a su egoísmo, para que no se desgarren, para que no se devoren; para mantener en unos la esperanza fundada de un mayor bienestar, y en otros la seguridad de no ser despojados de aquel excedente de riqueza, obtenido sin extorsión ni ruina de sus semejantes.

El Mínimum Vital dice al trabajador, al proletario, al asalariado: confórmate con lo imprescindible; conténtate con que se te asegure aquello indispensable, sin lo cual no podrías vivir; esfuérzate para erigir sobre esa base mínima el edificio de tu holgura y de tu riqueza, y así ascenderás o descenderás según tu esfuerzo, según tu disciplina, según la firmeza de tu voluntad. Y al poseedor, al rico, le dice: consiente en que haya un límite para tu ambición; conténtate con que se te dé libertad para convertir en oro el árbol y la piedra, pero no la miseria, no el hambre, no la salud no la sangre de tus hermanos. Traza una línea máxima a tus adquisiciones, y no pases de ahí, para que no te desvele el odio de tus víctimas; para que te dejen gozar en paz, riendo y cantando, de lo que atesoraste.

Un límite para el que domina, para el que atesora. ¿Por qué no? Todas las cosas en el Cosmos lo tienen; todas las criaturas vivientes reconocen esa línea limitadora que se llama órbita para el Sol, y playa para el océano. "De aquí no pasarás", es la ley divina impuesta a cuanto existe, y toda criatura que traspasa esa línea, se hipertrofia, degenera y perece.

Y para el que trabaja, para el que carece, un mínimum: la vida irreductible, lo elemental, lo que es semilla capaz de germinar: agua, techo, abrigo, recreo, luz y pan. Y de ahí en adelante, para tus goces, para tus holguras, para tus riquezas, esfuérzate, empéñate, economiza, desvélate, y que la esperanza te aliente y la voluntad te dé alas.

Y eso es todo. Pero así tan sencillo como es, tan equitativo y tan fácil, encierra esta doctrina la única posible salvación del hombre en la hora presente. En esta hora en que nadie quiere diferir su ventura para un más allá, comprándola con su miseria de aquí; en esta hora de odio y de codicia extremos, de concupiscencia enloquecida y de miseria exasperada, el Mínimum Vital es la tabla de salvación en el naufragio. No es un estado ideal, no es tan alto como otras formas de vida que han soñado los hombres. Pero es LO POSIBLE, es LO FACTIBLE, es LO SENCILLO, es el remedio de urgencia; es el sendero único por el cual se puede transitar para mientras se encuentra de nuevo el camino real, la vida ancha y clara del amor, adonde algún día los hombres volverán". 

El ser humano como nudo de relaciones totales.

Leonardo Boff.

En 1845, Karl Marx escribió sus famosas 11 tesis sobre Feuerbach, publicadas solamente en 1888 por Engels. En la sexta tesis Marx dice algo cierto, pero reduccionista: «La esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales». Efectivamente no se puede pensar la esencia humana fuera de las relaciones sociales, pero es mucho más que eso, pues resulta del conjunto de sus relaciones totales.

Descriptivamente, sin querer definir la esencia humana, ésta surge como un nudo de relaciones vueltas hacia todas las direcciones: hacia arriba, hacia abajo, hacia dentro y hacia fuera. Es como un rizoma, un bulbo con raíces en todas las direcciones. El ser humano se define en la medida en que activa este conjunto de relaciones, no solo las sociales.

En otras palabras, el ser humano se caracteriza por surgir como una apertura ilimitada: hacia si, hacia el mundo, hacia el otro y hacia la totalidad. Siente dentro de si una pulsión infinita, pero solo encuentra objetos finitos. De ahí su permanente incomplección e insatisfacción. Esto no es un problema psicológico que un psicoanalista o un psiquiatra puedan curar. Es su marca distintiva, ontológica, y no un defecto.

Pero, aceptando la afirmación de Marx, buena parte de la construcción de lo humano se realiza efectivamente en la sociedad. De ahí la importancia de considerar cuál sea la formación social que crea las mejores condiciones para que él se abra plenamente en las más variadas relaciones.

Sin ofrecer las debidas mediaciones, dicen que la mejor formación social es la socialdemocracia: comunitaria, social, representativa, participativa, de abajo hacia arriba y que incluya a todos sin excepción. En palabras de Boaventura de Souza Santos, la democracia debe ser sin fin. Tenemos que ver con un proyecto abierto, siempre en construcción, que comienza en las relaciones dentro de la familia, de la escuela, de la comunidad, las asociaciones, los movimientos, las iglesias y culmina en la organización del Estado.

Como en una mesa, veo que una democracia mínima y verdadera se sostiene sobre cuatro patas, como subrayaba tanto durante su vida Herbert de Souza (Betinho) , idea que, juntos en conferencias y debates, tratábamos de difundir entre los alcaldes y dirigentes populares.

La primera pata consiste en la participación: el ser humano, inteligente y libre, no quiere ser solo el beneficiario de un proceso, sino actor y participante. Sólo entonces se hace sujeto y ciudadano. Esta participación debe venir desde abajo para no excluir a nadie.

La segunda pata consiste en la igualdad. Vivimos en un mundo de desigualdades de todo tipo. Cada uno es único y diferente. Pero la participación creciente en todo impide que la diferencia se vuelva desigualdad y permite que crezca la igualdad. La igualdad en el reconocimiento de la dignidad de cada persona y el respeto de sus derechos sostiene la justicia social. Junto con la igualdad viene la equidad: la proporción adecuada que cada cual recibe por su colaboración en la construcción del todo social.

La tercera pata es la diferencia. Viene dada por la naturaleza. Cada ser, sobre todo el ser humano, hombre y mujer, es diferente. Esto debe ser aceptado y respetado como una manifestación de las potencialidades propias de las personas, los grupos y las culturas. Las diferencias nos revelan que los humanos podemos ser de muchas formas, todos ellas humanas, y por ello merecedoras de respeto y de acogida.

La cuarta pata se realiza en la comunión: el ser humano posee subjetividad, capacidad de comunicación con su interioridad y con la subjetividad de los otros; es portador de valores como solidaridad, compasión, protección de los más vulnerables y diálogo con la naturaleza y con la divinidad. Aquí aparece la espiritualidad como una dimensión de la conciencia que nos hace sentirnos parte de un Todo, y como ese conjunto de valores intangibles que dan sentido a nuestra vida personal y social, y también a todo el universo.

Estas cuatro patas siempre van juntan y equilibran la mesa, es decir, sostienen una democracia real. Ella nos enseña a ser coautores en la construcción del bien común y en su nombre aprendemos a limitar nuestros deseos por amor a la satisfacción de los deseos colectivos.

Esta mesa de cuatro patas no existiría si no se apoyara en el suelo y en la tierra. Así, la democracia no estaría completa si no incluyera a la naturaleza que hace posible todo. Proporciona la base físico-química-ecológica que sostiene la vida y a cada uno de nosotros. Debido a que tienen valor por sí mismos, independientemente del uso que hagamos de ellos, todos los seres son portadores de derechos. Merecen seguir existiendo y debemos respetarlos y entenderlos como ciudadanos. Estarán incluidos en una democracia sin fin socio-cósmica. Desplegado en todas estas dimensiones se realiza el ser humano en la historia, en un proceso sin límites y sin fin.

EEUU: Control de armas y lucha de clases.

Tomado de: http://www.marxist.com/control-de-armas-y-lucha-de-clases.htm
Los recientes ataques en Colorado, Connecticut, Boston y resto del país han impresionado a todo el mundo. Como hemos explicado anteriormente en las páginas de Socialist Appeal, estos incidentes de violencia repetidos reflejan la decadencia del capitalismo americano. El declive de este sistema no ofrece ningún futuro a los jóvenes de hoy, más bien distracciones, desesperación y escapismo.

 El alto desempleo, la deuda, la falta de servicios sanitarios, la alienación y un sentimiento generalizado de inseguridad bastan para empujar a algunos al borde del precipicio. Se podría poner fin a estos crímenes horribles si cambiamos de sociedad, por una que ofrezca a la humanidad la esperanza de un futuro mejor; solamente si, en lugar de salidas escapistas, nos implicamos en la lucha por la vida que nos gustaría vivir.

Sin embargo, muchos políticos capitalistas nos dicen que hay una solución rápida y fácil: leyes más estrictas de control de armas. Esta "solución" se contradice con la experiencia real. El alcoholismo es, hoy, un problema tan frecuente e insuperable como lo fue en la década de 1920. En enero de ese año, fue puesta en vigor la enmienda 18 que prohibía la producción y venta de alcohol, y pretendía terminar con el alcoholismo. No sucedió nada de eso. La prohibición consolidó la delincuencia organizada, dando a las bandas criminales el monopolio de la producción y distribución de alcohol, y el alcoholismo continuó como antes. 

En la actualidad, aquellos estados con leyes estrictas sobre el control de armas, como los de Nueva York, Massachusetts, Nueva Jersey y California, son los que experimentan los crímenes más violentos con armas de fuego. A menudo, se adquieren armas ilegales en otros estados, por individuos que legalmente pueden comprarlas y a través de la venta ilegal de armas por distribuidores autorizados. Éste podría ser el argumento para endurecer las leyes sobre armas a nivel federal, pero qué nos hace pensar que las armas no llegarían a las manos de quienes tienen intenciones maliciosas. 

De hecho, existe un mercado clandestino de armas de fuego, y como ocurrió con la prohibición del alcohol en los años 20, un endurecimiento de la ley sobre el control de armas sólo beneficiaría a este lucrativo mercado negro. Hay diseños en internet que permiten reproducir una pistola de plástico completamente funcional utilizando una impresora 3D. Los cárteles mexicanos de la droga, que están a menudo mejor armados que la policía y el ejército, nos demuestra hasta qué punto son ineficaces los esfuerzos por frenar el acceso a las armas de fuego (o al comercio de drogas ilícitas, en este caso). 

El "derecho a portar armas" es un derecho que, tal vez, haya sido defendido en los Estados Unidos más que en cualquier otro país del mundo. La segunda enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, junto con otras nueve enmiendas que conforman la "Carta de Derechos", fueron una concesión por parte de la joven clase gobernante estadounidense con el fin de aprobar los aspectos menos democráticos de la Constitución, como la creación del Senado y la Corte Suprema. 

En el momento de la firma de la Constitución, a pesar del control de la energía revolucionaria de las masas por parte de la clase dominante, el sistema capitalista era todavía joven e históricamente progresista. No se  había desarrollado todavía un fuerte aparato de Estado. La clase dominante aún no lo necesitaba, en la medida en que el proletariado aún no se había convertido en esa fuerza poderosa y masiva, en la clase mayoritaria de la sociedad, como es el caso hoy. Podía depender de la geografía y de milicias armadas locales para la defensa nacional y para acabar con los levantamientos locales, ayudarse de un pequeño ejército permanente y, sobre todo, de una fuerte fuerza naval. 

Pero las cosas han cambiado en los Estados Unidos. El lema "Somos el 99%" dice mucho sobre la relación actual de fuerzas entre las clases sociales: una minoría de capitalistas, por un lado, y una masa de trabajadores por el otro. La clase obrera tiene un tremendo potencial en sus manos, la capacidad para llevar la producción y la sociedad en su conjunto a un alto nivel. Con la profundización de la crisis del capitalismo, la clase gobernante ya no puede apoyarse en ideologías ni en ofrecer algunas concesiones para mantener la paz social. Ante tal amenaza, los capitalistas han desarrollado un imponente aparato estatal con el fin de imponer su dominio. 

Federico Engels, en su obra clásica El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, definía el papel que cumple éste último: "El Estado no es, en modo alguno, un poder impuesto desde fuera a la sociedad (...) Es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado consigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables que ella es impotente para conjurar. Y paraque estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado". 

Cuando los políticos capitalistas apelan al "control de armas", lo que realmente están pidiendo es que la mayoría de la clase obrera permita que el Estado burgués tenga más poder para establecer quién debe tener acceso a las armas. La clase capitalista respiraría aliviada con el desarme completo de la clase obrera. El Estado capitalista tendría entonces el monopolio total de las armas, junto con el monopolio de los tribunales, las cárceles, la Policía, las agencias de espionaje, el Ejército, etc. 

Por lo tanto, desde el punto de vista de la clase capitalista, el verdadero objetivo del "control de armas" no es el desarme de los elementos criminales o de personas inestables — que seguirían teniendo acceso a las armas a través del mercado negro— sino el desarme de la clase obrera en general. 

Lo hemos visto en el pasado. Cuando los Panteras Negras usaron armas para su autodefensa, el Estado burgués los atacó violentamente. Grupos de extrema derecha, por el contrario, están armados hasta los dientes y el Estado por lo general mira hacia otro lado. 

Estados Unidos tiene una larga historia de violencia armada por parte del Estado contra los inmigrantes, los negros y contra la clase obrera en general, sobre todo cuando se atreven a luchar. Prácticamente, todas las grandes luchas obreras en este país han estado marcadas por violentos ataques por parte del Estado contra los trabajadores en huelga. Contra esta fuerza abrumadora del Estado capitalista, la clase obrera debe defender su derecho democrático de autodefensa y de defensa de sus organizaciones, incluyendo el derecho de acceso a las armas. 

No hay soluciones rápidas al problema de la violencia armada, ni tampoco dentro de los límites del capitalismo, un sistema basado en la explotación organizada y en la violencia de una clase contra otra. Sólo la clase obrera organizada y solidaria puede ofrecer una solución a la violencia de la sociedad de clases, ya sea perpetrada por el Estado capitalista contra los huelguistas en su lucha, o por personas inestables y enajenadas en un atentado. 

El movimiento obrero, mediante la organización de un partido político propio, podría comenzar a enfrentar los males de nuestra sociedad, pero sólo si ese partido está dotado de un programa socialista. Empresas como Colt y Smith & Wesson obtienen enormes beneficios de la venta de armas. Un gobierno obrero nacionalizaría la industria del armamento y la colocaría bajo el control democrático de los trabajadores. 

Bajo un gobierno de los trabajadores, la clase obrera podría organizarse democráticamente para proteger a la sociedad. A medida que ese sistema, socialista, se extendiera mundialmente, y las relaciones entre las naciones se fueran basando cada vez más en la solidaridad, y la no explotación, la necesidad de la defensa nacional y de las fuerzas armadas iría desapareciendo, junto con las propias fronteras nacionales. La necesidad de una fuerza policial por encima de la sociedad, con poderes y privilegios especiales, desaparecería igualmente. 

Con la inmensa riqueza y los recursos de nuestra sociedad orientados a crear puestos de trabajo y a elevar el nivel de vida de la población, podríamos eliminar la inestabilidad, la alienación y las condiciones inhumanas del capitalismo que dan lugar a la violencia sin sentido que afecta a nuestra sociedad.

lunes, 17 de junio de 2013

El Che, ¿un ícono?

Alan Woods
Lenin en El Estado y la revolución escribió: “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para ‘consolar' y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”.

Después de su muerte, Guevara se convirtió en un icono de los movimientos revolucionarios socialistas y una figura clave de la cultura pop moderna en todo el mundo. La fotografía del Che de Alberto Korda se ha hecho famosa, aparece en camisetas y pancartas de protesta en todo el mundo. De este modo, el Che se ha convertido en un icono de nuestra época. Después de la muerte de Lenin, la camarilla dirigente de Stalin y Zinoviev crearon un culto alrededor de su figura. Contra los deseos de Krupskaya, su cuerpo fue embalsamado y expuesto al público en el mausoleo de la Plaza Roja. Más tarde Krupskaya diría: “Durante toda su vida Vladimir Ilych estuvo en contra de los iconos y ahora le han convertido a él en un icono”.

En noviembre de 2005, la revista alemana Der Spiegel escribía sobre los “revolucionarios pacíficos” de Europa a quienes describía como los herederos de Gandhi y Guevara [!]. Es una absoluta farsa. Deberíamos crear la “Sociedad para la protección del Che Guevara” frente a esas personas que no tienen nada que ver con el marxismo, la lucha de clases o la revolución socialista y que desean pintar una imagen completamente falsa del Che, como si fuera una especie de santo revolucionario, un pequeño burgués romántico, un anarquista, un pacifista gandhiano o alguna otra estupidez por el estilo.

Nuestra actitud hacia este extraordinario revolucionario es similar a la actitud que tuvo Lenin hacia Rosa Luxemburgo. No ocultaba sus críticas a los errores de Rosa Luxemburgo, pero Lenin tenía un gran concepto de Rosa Luxemburgo como revolucionaria e internacionalista. Aquí está lo que escribió sobre Rosa para defender su memoria contra los reformistas y mencheviques:

“A esto responderemos con una frase de una vieja fábula rusa: ‘Suele suceder que las águilas vuelen más bajo que las gallinas, pero una gallina jamás puede remontar vuelo como un águila'. Rosa Luxemburgo [...] a pesar de sus errores fue -y para nosotros sigue siendo- un águila. Y no sólo los comunistas de todo el mundo venerarán su memoria, sino que su biografía y sus obras completas (cuya publicación los comunistas alemanes están demorando excesivamente, con la única excusa parcial de las tremendas pérdidas que están sufriendo) serán manuales útiles para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo. ‘Desde el 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia alemana es un cadáver putrefacto': esa frase hará famoso el nombre de Rosa Luxemburgo en la historia del movimiento obrero. Y desde luego, en el patio de atrás del movimiento obrero, entre los montones de estiércol, las gallinas tipo Paul Levi, Scheidemann y Kautsky cacarean en torno a los errores de la gran comunista”. (Lenin. Notas de un periodista. Obras Completas. Vol. 33. p. 210. En la edición inglesa).

El cuarenta aniversario del asesinato del Che Guevara ha sido la señal para una campaña ruidosa en su contra. Los ataques al Che no sólo proceden de la derecha. Hay ataques constantes de anarquistas, libertarios y todo tipo de “demócratas”. Las críticas al Che de Regis de Bray son particularmente desagradables, ese miserable renegado y cobarde, que jugó un papel pernicioso en la última campaña del Che en Bolivia y que más tarde se convirtió en reformista y asesor de Mitterand, ahora es un fiel servidor de la burguesía y el imperialismo.

Otros “intelectuales” como Jon Lee Anderson, que escribió un libro conocido sobre el Che, Jorge Castañeda y Octavio paz se han unido al coro de renegados y sinvergüenzas que compiten entre sí por “desmitificar” al Che, es decir, echar basura sobre su memoria. Esta desagradable campaña de calumnias cuenta con el apoyo de muchos en la “izquierda” de América Latina, que es sólo una indicación de la degeneración de la intelectualidad “democrática” en el período de decadencia senil del capitalismo.

El escritor Paul Breman, nos dice que el “culto moderno al Che” oscurece la obra de los disidentes y lo que él cree es una “lucha social tremenda” que actualmente se está realizando en Cuba. Sí hay una tremenda lucha social en Cuba, una lucha entre la revolución y la contrarrevolución, una lucha entre los que desean defender las conquistas de la revolución cubana y los que, bajo la falsa bandera de la “democracia” quieren arrastrar a Cuba hacia la esclavitud capitalista, como ya ha ocurrido en Rusia. En esta lucha no es posible ser neutral, y estos “intelectuales demócratas” se han puesto abiertamente al lado de la contrarrevolución capitalista.

Otro de estos sinvergüenzas, el autor Christopher Hitchens, que antes se consideraba como un socialista y seguidor de la Revolución Cubana, ahora, como otros muchos en un tiempo amigos de Cuba, han cambiado de idea. Escribe lo siguiente sobre el legado del Che Guevara: “La situación de icono del Che quedó garantizada porque fracasó. Su historia fue la de la derrota y el aislamiento, y por eso resulta tan seductor. Si hubiera vivido, el mito del Che hace mucho que ya hubiese muerto.

No, mi amigo Che Guevara no ha muerto sino que está muy vivo, y será recordado mucho después de que toda esta tribu miserable de fariseos burgueses haya sido olvidada. Sí, el Che fue derrotado, pero al menos tuvo el coraje de intentar luchar, y es mil veces mejor intentar luchar y caer honorablemente en la batalla por una causa justa, que parlotear, quejarse y gimotear desde los márgenes de la historia y hacer precisamente nada.

sábado, 15 de junio de 2013

Obama: la guerra y el desarme moral de Estados Unidos.

Atilio Boron.

Una de las lecciones que los halcones norteamericanos aprendieron luego de la derrota sufrida en Vietnam es que el control del frente interno -es decir, la orientación de la opinión pública en la retaguardia- puede llegar a ser tan determinante como la fuerza del aparato militar que se despliegue en el teatro bélico. De ahí que desde entonces la industria cultural estadounidense se haya dedicado -salvo honrosas y marginales excepciones- a “re-educar” a la población para que conciba a las guerras de rapiña que conduce el imperio como heroicas cruzadas destinadas a perseguir a monstruosos terroristas, instituir el primado de los valores fundamentales de la así llamada “civilización” occidental (democracia, derechos humanos, justicia y, por supuesto, libertad de mercado) y garantizar la seguridad nacional norteamericana ante tan execrables enemigos. Uno de los componentes de ese verdadero desarme moral –el reverso dialéctico del rearme militar- ha sido el adormecimiento de la conciencia pública.
 
Esto se expresa, por ejemplo, en la intensa propaganda encaminada a naturalizar la tortura, presentada como el único recurso eficaz a la hora de preservar la vida y la propiedad de centenares de miles de honestos norteamericanos de los criminales designios de los terroristas. Son innumerables las series de televisión, películas, programas radiales y medios gráficos que se encargan de inocular, con perversa meticulosidad, este veneno en la población estadounidense. Desgraciadamente, la cada vez más conservatizada academia norteamericana no se queda atrás en tan indignos propósitos.
Claro está que este masivo y persistente lavado de cerebros no se limita tan solo a legitimar la tortura. Su ambición es mucho mayor: se trata de “formatear” la conciencia pública a los efectos de otorgar credibilidad al relato épico según el cual Dios le ha confiado a la nación norteamericana la realización de un virtuoso “Destino Manifiesto” de alcance universal. Ante él, cualquier disenso orilla peligrosamente en la traición o la apostasía. La conquista de ese mundo feliz no es una empresa fácil: exige sacrificios y la aceptación de dolorosas realidades, como la tortura y los “daños colaterales” inevitables en toda guerra. Pero recientemente el énfasis de la campaña propagandística se ha venido concentrando sobre la eticidad y legalidad de los asesinatos selectivos perpetrados contra los enemigos del sistema, cuyos nombres constan en una tétrica nómina aprobada por la Casa Blanca. Instrumento fundamental de este plan criminal son los aviones no tripulados: los drones.
 
La eficacia de ese proceso de insensibilización moral ha sido notable. Tal como lo observa Nick Turse, uno de los más reconocidos especialistas en cuestiones militares de los Estados Unidos, este es el único país en el cual una mayoría de la población (56 %) está abiertamente a favor de enviar drones a cualquier lugar del planeta con tal de capturar o aniquilar terroristas. Una de las últimas encuestas levantadas por la PewResearch en marzo de este año señala que 68 por ciento de los votantes o simpatizantes republicanos está de acuerdo con esa práctica criminal, mientras que comparten este punto de vista el 58 por ciento de los demócratas y el 50 por ciento de los independientes. En ningún otro país del mundo se registran sentimientos de este tipo. La medición internacional relevada por Pew Research demuestra que en Francia el 63 por ciento reprueba la utilización de drones; 59 por ciento en Alemania y, ya fuera de Europa, el 73 por ciento en México; 81 por en Turquía, 89 por ciento en Egipto al paso que en Pakistán, donde la actividad criminal de los drones es cosa de todos los días, un previsible 97 por ciento de los encuestados condena el empleo de ese mortal instrumento.[1] No obstante, pese a esta generalizada repulsa fuera de Estados Unidos las operaciones terroristas a cargo de aviones no tripulados crecieron exponencialmente durante el mandato del inverosímil Premio Nobel de la Paz Barack Obama. Esta opción presidencial es tan fuerte que en la actualidad la Fuerza Aérea de Estados Unidos está entrenando un número mucho mayor de pilotos de drones que de los convencionales, los que tripulan bombarderos y aviones caza. Todo un signo de la virulencia de la actual de la contraofensiva imperialista, que desmiente en los hechos, y con las pilas de víctimas que crecen sin cesar, los discursos humanistas de Obama y la moralina de sus aparatos nacionales e internacionales de manipulación de conciencias.
 
Los medios del sistema presentan al presidente como un hombre de bien cuando, como lo afirma el brechtianamente imprescindible Noam Chomsky, se trata de otro asesino serial más de los varios que han ocupado la Casa Blanca en las últimas décadas. Un solo dato es suficiente para inculparlo: según un informe del Bureau of Investigative Journalism por cada “terrorista” eliminado mediante ataques de drones (dejando de lado un análisis de lo que el gobierno estadounidense entiende por “terrorista”) mueren 49 civiles inocentes. Nada de esto es ventilado por la prensa hegemónica dentro de Estados Unidos y sus secuaces de ultramar.
 
La inesperada decisión del gobierno colombiano de ingresar a la OTAN, o al menos de sellar varios acuerdos de cooperación con esa organización terrorista internacional, sólo puede entenderse al interior de los cambios operados en la doctrina y la estrategia militar de los Estados Unidos. Turse señala que las operaciones militares que ese país está llevando a cabo en estos momentos en Oriente Medio, Asia, África y América Latina tienen seis componentes distintivos, los cuales fueron diseñados para disimular o al menos encubrir la magnitud del esfuerzo bélico en que incurre Washington y, de paso, deslindar sus responsabilidades por la comisión de innumerables crímenes de guerra que podrían llevar a sus responsables ante la Corte Penal Internacional.[2]
 
Estos seis elementos son los siguientes:
 
(a) robustecimiento de las fuerzas de operaciones especiales, como los Seals, que fueron quienes dieron muerte a alguien que, dicen, era Osama bin Laden;
 
(b) la ya mencionada expansión de las operaciones de los drones, para realizar asesinatos selectivos de “terroristas” o personajes molestos para Estados Unidos;
 
(c) intensificación del espionaje, algo que ha saltado escandalosamente a la luz pública en los últimos días;
 
(d) elección y promoción de “socios civiles” que favorezcan los proyectos imperiales, lo que se realiza bajo el disfraz del “empoderamiento” de la sociedad civil –ONGs, la NED y la USAID canalizando millones de dólares para financiar a grupos para que se opongan a Evo Morales, Rafael Correa y Nicolás Maduro- y entrenamiento de líderes sociales y políticos, como Henrique Capriles, por ejemplo;
 
(e) ciberguerras y, finalmente,
 
 (f) reclutamiento de fuerzas de combate en proxies, es decir, países cuyos gobiernos ejecutan las iniciativas que la Casa Blanca no quiere asumir abierta y públicamente.
 
De estas seis facetas de las guerras de última generación la que ha pasado más desapercibida ha sido la última: el entrenamiento y empleo de fuerzas militares de los proxies, movilizados para atacar targets enemigos de los Estados Unidos pero que Washington no estima conveniente u oportuno hacerlo de modo directo, involucrando sus propias fuerzas. Si los primeros cinco componentes gozaron de mucha visibilidad, no ocurrió lo mismo con el último, cuya idea directriz es descargar cada vez más el “trabajo sucio” del sostenimiento militar del imperio en los proxies regionales. De este modo se preserva a la Casa Blanca de las condenas y críticas que suscitaría una intervención militar directa en las “zonas calientes” del sistema internacional a la vez que logra que los muertos los pongan sus aliados, lo que reduce los costos domésticos –por ejemplo, ante la opinión pública norteamericana- de las aventuras militares del imperio. Por ejemplo, en Siria, apelando a los mercenarios enviados por las teocracias del golfo para cumplir las tareas que tendrían que hacer las tropas imperiales. No es demasiado difícil imaginar cual es el plan de operaciones que Washington tiene preparado para América Latina y el Caribe, y cuál será el papel que en la ejecución del mismo se le asigne a un país, Colombia, cuyo gobierno redobla sin pausa su apuesta por la carta militar –ahora con la colaboración no sólo del Pentágono sino también de la OTAN- y cuya clase dirigente tiene como una de sus supremas aspiraciones convertir a su país en “la Israel de América Latina”.
 
- Dr. Atilio Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina    www.atilioboron.com.ar

Muere en mi interior.


Duerme y calla mientras mis besos hieren tu espalda
y tu voz hiere el silencio. Déjame.
Ciego andaré sobre tu piel tropezando con tu amargo sabor.

Es una noche profunda y fría.
Nubes tristes velan la tenue luz de la luna.
No, no mires al cielo.
Deja que las estrellas lloren las negras perlas del dolor.

Cierra los ojos, y muere en mi interior.
Duerme en la oscuridad de mi corazón.
En las profundas cavernas del olvido.

Donde las sombras lamerán tus heridas
y la oscuridad cegará aquella mentira.
No habrá ya nada más que quietud.

JaguarDPiedra.