sábado, 27 de junio de 2015

EL CAMBIO Y LOS CAMBIOS. Perspectiva político-económica.

¿Tiene rumbo el país? La respuesta a la pregunta depende de quién la conteste. Es obvio que para ANEP, ASI, Fusades, Arena, Funde, Aliados por la democracia y demás conexos, el país no lo tiene. Pero claro, el único camino que ellos considerarían acertado es el neoliberalismo; y seguro que como no fueran ellos los que le estuvieren aplicando, estaría mal también.

Son innegables los problemas del país. Es innegable que existe una corrupción que el partido no ha podido (o querido) combatir. La criminalidad es la vena abierta de nuestro pueblo y la impunidad la daga que profundiza la herida. Entonces ¿sobre qué camino vamos?

Desde la perspectiva político-económica el gobierno y el partido fmln ha tratado de alejarse tanto del capitalismo neoliberal como del socialismo, para tratar de ir creando un pseudo estado de bienestar con políticas socio-económicas que aminoren la pobreza y den oportunidad a micro y pequeñas empresas, pero apuntalándose en la gran empresa transnacional que es ALBA. Es una visión socialdemócrata(1) si se quiere ver así, aunque muy lejos aún de una verdadera socialdemocracia.

La pregunta entonces es ¿quién ha cambiado realmente, la izquierda o la derecha partidaria? Es tangible el cambio del fmln en sus posturas ideológico-políticas por ejemplo: respeto y promoción de la empresa privada, pero impulsando también los asocios público-privados. Respeto a las leyes del mercado, pero interviniendo medianamente en el como con la ley de medicamentos. Una excelente relación con EEUU, tanto que se aprobaron el Fomilenio II y el apoyo para el triángulo del norte; pero buscando también la apertura hacia otras latitudes como Venezuela o China.

Es de resaltar que la visión capitalista del fmln es más amplia que la de la oligarquía, pero ésta ampliación de oportunidades no la está aprovechando el país porque quien no ha cambiado ni un ápice es precisamente la derecha opositora. Su oposición no es ideológica, ni política, ni técnica, ni pragmática; es el capricho del niño que no tiene el juguete para él solito, simplemente.

Para socialistas y comunistas, esta adaptación del partido al capitalismo es una burda traición a la lucha popular del pueblo oprimido y explotado. Esta acomodación a la corrupción y la impunidad mancilla la histórica lucha revolucionaria popular del obrero y el campesino. La utilización de los recursos del estado para que unos cuantos salgan acomodados es un duro golpe para quienes creímos que los cambios estructurales podían darse. Pero vemos con profunda decepción que no es así. Está claro que es el fmln quien ha cambiado. Algunos queremos creer que es parte de un proceso a largo plazo, ya veremos.

Claro que todo esto no significa que creamos que volver al pasado con arena sea un mejor camino. El gobierno está tratando, a partir de los medios de los que dispone, a pesar de la oposición de derecha y la corrupción, de favorecer más a la población de lo que lo hizo arena. Como mencioné anteriormente, quien no ha cambiado nada en lo absoluto es la derecha partidaria y la oligarquía que la manda. Ni Fusades, ni Funde, ni los tales Aliados por la democracia son algo diferente del pasado que nos ha traído hasta aquí.

El país lo ha construido la oligarquía desde hace más de 400 años. La violencia con la que ellos construyeron el orden social que les ha favorecido, ahora está despedazando nuestra tierra y a nuestra juventud. Dos periodos presidenciales no son suficientes para cambiar más de 4 siglos.

La utilización del estado para favorecer a pequeños grupos de poder económico y la estructuración del orden social a partir de la violencia son una herencia de la colonia, una violencia que se ejerce de manera vertical de arriba hacia abajo. Antes asesinaban indígenas solo por hablar en su lengua, luego asesinaron opositores políticos por ser “comunistas”; ahora se asesina a la juventud por ser pandillera ¿y qué ha cambiado?  Nada, pero lo que queda en evidencia es que en algún momento esta violencia tiene su respuesta. Así la insurrección indígena del 32, luego la guerra civil de los 80 y ahora la guerra social del 2010 a la fecha. La acción violenta siempre, tarde o temprano generará una reacción violenta.

Y es que la cabeza política del país no está en los partidos, sino en el poder del capital, en esa violenta oligarquía de pensamiento colonial. Esa que maneja a Arena, Fusades, la Anep y a los grandes medios privados de comunicación. La que decide que es mejor boicotear al gobierno que trabajar con el. Esa cabeza funciona mal. Está desarticulada del cuerpo. Solo piensa en sí misma, solo ven como bueno aquello que les genere beneficios sin importarles el bienestar de los demás.

Es un hecho que la derecha tradicional no ha cambiado en lo absoluto y continúa siendo una amenaza real para los intereses del pueblo pobre y oprimido. Se niega a aprobar las reformas que garantizan la seguridad alimentaria y el acceso al agua como derechos fundamentales del ser humano; su discurso es el mismo de los años 80 de mentiras y terror; sus acciones oscuras de desestabilización siguen en marcha; su aferramiento a la impunidad y las estructuras de corrupción que dejaron en las instituciones del estado son un pesado lastre para el desarrollo de nuestra democracia.

Al fmln, como partido en el gobierno, le falta valor para enfrentar con firmeza muchos de los problemas del país. Prefiere seguir siendo un administrador del estado, que un organizador de las masas sociales y populares. Pero aún con todo lo malo, tiene una reserva ética mucho más alta que la de arena o la anep, y esa reserva está en la gente que aún cree que es necesario seguir luchando por nuestro país para lograr el acceso a la justicia social e histórica. Personas que buscan acabar con la impunidad y fortalecer la institucionalidad del estado a pesar de lo duro que puedan verse las cosas. Hay mucha gente que no está acomodada, que sigue luchando desde el interior del monstruo por derrotarlo y a esas personas debemos ayudarles.

Parte de esa ayuda es señalar los errores, denunciar la corrupción que aún se mantiene enquistada; exigir más firmeza en las políticas contra la criminalidad, sobre todo que se persiga a las cabezas del crimen organizado, del narcotráfico y de las pandillas. Hay instituciones dirigidas por personas inadecuadas. Si todo eso persiste este gobierno será recordado como el mayor fracaso político de la izquierda, pero que quede claro, de la izquierda capitalista, de la acomodada, de la que celebra el 4 de julio en la embajada. No de la izquierda opositora que es necesaria, es justa, porque mantiene en perspectiva el horizonte de liberación por el que tanto ha luchado este pueblo comprometido y que es parte de la praxis dialéctica, histórico-materialista de la que tiene obligación de todo revolucionario.