martes, 9 de febrero de 2010

SOBRE LAS CAUSAS DE LA GUERRA SOCIAL

El país sufre día tras día la inclemencia de la violencia, la criminalidad y la impunidad. Las extorsiones y las muertes no cesan y el clamor de la ciudadanía ahoga los esfuerzos de los cuerpos de seguridad por contener este flagelo cotidiano.

Para enfrentar esta tragedia diaria, es necesario reflexionar sobre sus causas para aplicar planes que se aboquen a resolver de raíz esta problemática…

… A partir de la firma de los Acuerdos de Paz, toda la sociedad ansía construir una nueva historia, donde se hagan realidad las promesas de ARENA del desarrollo y crecimiento económico-social para toda la población. Así, con “borrón y cuenta nueva” se encara la reconstrucción del país.

La ONU invade El Salvador (ONUSAL) para dar seguimiento a la concreción de los acuerdos firmados por el FMLN y el Gobierno. Se elaboró “El Reporte de la Comisión de la Verdad para El Salvador” en el cual se establece que el 90% de los crímenes que se cometieron durante la guerra son responsabilidad de la Fuerza Armada de El Salvador. Se declaró una ley de amnistía; se desmovilizó la guerrilla; el ejército se redujo, tanto en sus funciones constitucionales como en la cantidad de sus miembros y se acuarteló. Se desmontaron los cuerpos de seguridad y se formó la PNC. Comienza el periodo de paz.

¿Pero, en verdad estábamos en paz? La firma fue básicamente sobre tres aspectos:

  • Cese del enfrentamiento armado.
  • Incorporación del FMLN a la vida civil, asumiendo y respetando la validez de la autoridad emanada de la Constitución de la República.
  • Reformas constitucionales que permitieran asegurarle a la población sus derechos civiles y políticos.
El punto que no se tocó a profundidad fue lo concerniente al sistema económico, bajo la premisa de que una vez dentro de la sociedad civil, el FMLN podría promover los cambios necesarios. En el capítulo V Económico y Social, se acordaron reivindicaciones sociales y económicas, de manera muy frágil; pero no se abordó el sistema económico como tal, es más se reconoció, en el texto del acuerdo, la vigencia del modelo neoliberal.

Para cuando ONUSAL abandona el país tenemos: una sociedad polarizada cuyo tejido social está destruido; condiciones de pobreza y riqueza extrema, entre las cuales crece y se profundiza una enorme brecha; dos ejércitos desmovilizados que durante más de 12 años vivieron en una agresión permanente, con un ejército nacional que sufrió un constante proceso de deshumanización teniendo en la Escuela de las Américas a su mentora; circunstancias a las que hay que sumar los desmovilizados de los cuerpos de seguridad señalados como violadores de derechos humanos: la Policía de Hacienda, Policía Nacional, y la Guardia Nacional, dependientes todos del Ministerio de Defensa, y que con la ley de amnistía sus miembros se incorporan a la vida civil como si nada hubiera pasado.

Sobre esta situación social ARENA aplica sin miramientos la política económica impuesta desde el imperialismo estadounidense en su concepción más extensa: el neoliberalismo, con una serie de medidas precisas enmarcadas dentro de lo que se conoció como el “consenso de Washington”. ARENA se enfiló hacia el crecimiento y desarrollo económico, pero no para toda la población, sino para los grandes capitales tanto nacionales como transnacionales, creyendo ciegamente en la famosa idea del “rebalse”, que hasta la fecha no ocurre.

En el aspecto económico, entre otras cosas, se cambió la economía agrícola por una economía de bienes y servicios dolarizada dentro de un “libre mercado” en el que se comercian principalmente productos de importación, que traen los grandes capitales salvadoreños. Al hacer esto se deja sin fuentes de trabajo a la gran mayoría de los desmovilizados de ambos ejércitos, en su mayoría campesinos y campesinas. Otro elemento fundamental dentro del neoliberalismo para privilegiar al mercado, es la reducción del Estado. Éste no solo se redujo, sino que además, comienza un proceso de deterioro institucional para garantizar el libertinaje del mercado, la corrupción y la impunidad. Se manejó el Estado de manera patrimonialista, al servicio de una minoría, que durante 20 años abrió los espacios para el crecimiento de la corrupción y el crimen organizado.

Ni ARENA ni la oligarquía se preocuparon nunca por la reconstrucción del tejido social, ni por superar las causas económicas, que sumadas a las políticas, propiciaron la guerra. No se crearon programas de reinserción social para los desmovilizados de los grupos armados que fueron deshumanizados durante el conflicto y que ven en la violencia la manera de resolver los problemas, y que además, han “educado” a una parte de la generación que esta creciendo luego de la guerra. Propiciaron el desarrollo del crimen organizado al debilitar la institucionalidad del país, al permitir y fomentar la impunidad. Y al no combatir las causas de la pobreza crearon y mantuvieron condiciones de riesgo que presionan a hombres y mujeres al camino equivocado o en el mejor de los casos, a la migración, destruyendo la unidad familiar, ligada también al nacimiento de las denominadas maras o de las pandillas.

Durante 20 años ARENA se ha vanagloriado de ser quien reconstruyó a El Salvador después de la guerra y de alcanzar la estabilidad macroeconómica propicia para desarrollar la microeconomía, pero en realidad han sido las remesas las que han mantenido en pie nuestro país, Son nuestros/as compatriotas quienes huyendo, de la guerra primero y de las políticas económicas de ARENA después, encontraron un mejor futuro en suelo extranjero, ¡a pesar de la xenofobia, los abusos y la violación a los derechos humanos de que son objeto nuestros/as compatriotas! Para todos y todas es claro que sin las remesas nuestro país no camina ¿entonces cuál es el verdadero valor de las políticas impulsadas por todos estos gobiernos de derecha?

En consecuencia, el problema de la violencia y la criminalidad que ahora nos ahoga tiene sus raíces en varios aspectos fundamentales:
  • Fue un gran error de toda la sociedad asumir que después de la guerra comienza un periodo de paz, cuando en realidad se estámos dentro de un periodo de Guerra Social producto de la postguerra olvidad. No haber dado oportunidad a este proceso tiene graves consecuencias actuales. Al no asumir el periodo de postguerra no se crearon los mecanismos necesarios para reintegrar a los ejércitos desmovilizados a la vida civil y productiva de manera adecuada, ni se contempló la manera en que debía reconstruirse, no solo el tejido económico, sino también el tejido social que debe unir a la población del país.
  • La aplicación de un programa económico agresivo contra el ser humano y su medio ambiente en una sociedad deshumanizada solo puede tener como consecuencia el incremento de la agresividad y la violencia dentro de la vida diaria.
  • La migración de salvadoreñas y salvadoreños, como política de gobierno, expulsando compatriotas como forma de aumentar las remesas; esto ha provocado desintegración familiar, abandono de las y los hijos.
  • Los gobiernos de derecha en la ambición de favorecer al mercado y a la gran empresa privada desmontaron el constitucional Estado de bienestar y se negaron a darle cumplimiento, convirtieron los derechos humanos en mercancías, deterioraron la institucionalidad del Estado, y dentro de ella fundamentalmente a la PNC y al sistema judicial, favoreciendo a la corrupción y al crimen organizado, en detrimento de la construcción de una Democracia sólida dentro de un Estado de Derecho.
  • No se crearon políticas para luchar contra la pobreza, el desempleo y la reducción de la brecha entre ricos y pobres, lo que incide directamente en el aumento de las condiciones de riesgo que favorecen el aumento de la delincuencia común, las maras o pandillas y el crimen organizado.
  • El combate del delito basado exclusivamente en la represión, rechazando la prevención y la reinserción socio-económica. Faltó integralidad en las políticas de seguridad ciudadana.
En la ansiedad por dejar atrás la guerra no se preparó al país para enfrentar el futuro. Se caminó sin reparar en la carga histórica sobre sus espaldas, hasta que se ha hecho demasiado pesada y ahora nos esta ahogando. Para corregir esto se deben atacar las causas reales de raíz. Para ARENA bastaba con aplicar programas de mano dura, sin preocuparse por políticas que recuperaran la agricultura, generaran empleo, fortalecieran la institucionalidad del país, mejoraran la educación y crearan identidad cultural. Por el contrario optó por forjar una economía de consumo, especulación financiera, y un mercado de monopolios y oligopolios, que se sostienen gracias a las remesas.

Por tanto, ahora los planes para enfrentar esta guerra social que sufrimos deben estar encaminados a:
  • Reconocer que vivimos un periodo de POSTGUERRA, donde las condiciones económicas y sociales que fueron parte de las causas que provocaron la guerra se mantienen, y donde no ha habido reconstrucción del tejido social.
  • Reconocer que El Salvador desde el 2005 ha sido calificado como Estado fallido (Estado altamente inestable). Reconocimiento que debe traer consigo las medidas urgentes y profundas para salir de esa situación.
  • Las políticas preventivas de seguridad deben caminar de la mano con las políticas económicas concentrándose en la generación de empleo y seguridad familiar.
  • Las políticas represivas de seguridad deben enfocarse en el combate a la cabeza del crimen organizado, de los “capos del narcotráfico” a los que nadie menciona, que están utilizando a las maras o pandillas como punta de lanza, pero también como cortina de humo del verdadero fondo de la criminalidad en el país como el contrabando de mercancías, la corrupción estatal, los secuestros y las extorsiones; así como mantener la persecución de la delincuencia común.
  • Implementar programas de educación contra el machismo, la violencia contra la mujer, niñas y niños que fueron quienes más sufrieron las violaciones a sus derechos durante el conflicto. Así como programas de reconciliación social y construcción de paz social.
  • Luchar contra la corrupción es indispensable para la economía, la ciudadanía entera debe exigir la investigación de los gobiernos de ARENA para desarticular las redes de corrupción estatal y evitar que en este gobierno se formen otras nuevas.
  • A que la empresa privada pierda el miedo a discutir los temas de reivindicación social que defiende la izquierda, se darán cuenta que la búsqueda del crecimiento y desarrollo económico es parte primordial de esa agenda, pero además, que estos profundos temas, no tienen ideología. El miedo es un factor de control y dominación, pregúntense a quién le conviene que mantengan ese miedo.
La empresa privada y la oligarquía salvadoreña deben entender que si las condiciones de pobreza y exclusión social, el bajo nivel educativo y cultural además del poco desarrollo tecnológico-científico y la represión indiscriminada por ser pobre y joven se mantienen, la amenaza de una grave convulsión social, de una insurrección popular, pesará sobre sus cabezas siempre. Y no se trata de poner de moda entre la derecha palabras como “solidaridad” o “popular” o tener encuentros con “socialistas moderados” que exponen sus “logros económicos” en llamativos congresos. En sociedades como la chilena, donde existe una Democracia más desarrollada, la empresa privada sí PAGA LOS IMPUESTOS QUE DEBE PAGAR.

La situación del país exige medidas inmediatas e integrales. Pretender que la ola de violencia y crímenes corresponde solo a las maras o pandillas, es ver la realidad con demasiada estrechez, como viviendo en la caverna de Platón. Hay que hablar en voz alta del crimen organizado y del terrorismo social que fuerzas oscuras promueven para erosionar el apoyo popular que tiene este primer gobierno de alternancia.

Excelentísimo Sr. Presidente, deje aún lado la duda y haga lo que sabe que debe hacer ahora que cuenta con el apoyo de la mayoría de la población salvadoreña. El pueblo esta dispuesto a luchar por los cambios que sean necesarios para salir de esta terrible noche. No dude en poner un alto a esta barbarie, hemos luchado y hemos muerto, hombres y mujeres, pero seguimos con el brazo en alto, siempre dispuestos a vivir por la revolución.