sábado, 27 de septiembre de 2014

Hay que comenzar de cero

Es difícil hablar de reconstruir algo cuando no sabes que es lo que debe reconstruirse. En lo social, lo político, lo cultural o lo económico… ¿que existió antes que valga la pena recuperar para reconstruirlo? La realidad es que en nuestro pasado hubieron cosas buenas que con toda seguridad hay que recuperar y sentarlas de nuevo en nuestro horizonte. Pero como proceso, como estructura, como historia ¿qué tenemos que valga la pena reconstruirse?

Nada, esa es la verdad. Por tanto, hay que revisar nuestro pasado para recuperar una cierta identidad cultural, una referencia histórica que nos diga de dónde venimos, que nos explique qué es lo que somos; pero en definitiva, tenemos que construirnos de la nada. Inventarnos de cero. Y que mayor oportunidad puede haber en la vida que comenzar de cero.

Nadie en este país tiene una visión integral de los caminos que debemos recorrer para construir una democracia fuerte, institucional y social. Somos un conjunto de grupos aislados, ensimismados, contentos y satisfechos con hacer críticas al otro queriendo explicarle como tiene que hacer las cosas para que no se equivoque y si se equivoca es por testarudo, un necio que no entiende lo que los demás le dicen. Tenemos muchas bocas, pero muy pocos oídos. Tenemos muchas manos para escribir discursos, documentos o leyes pero muy pocas para hacer ladrillos y cemento. Y no hablo de albañiles, hablo de ideas.

Es tiempo de que como sociedad nos decidamos a cambiar, que tomemos una actitud crítica frente al poder, tanto económico como político. Cada día es más difícil vivir en El Salvador, pero es porque cada uno de nosotros y nosotras lo ha permitido. Asumimos una actitud pasiva frente a nuestra vida, elegimos representantes, aún sabiendo que no nos representan y luego pasamos horas quejándonos de lo mal que estamos. 

Esto no es culpa de una bandera u otra, somos nosotros como individuos quienes depositamos en ellas el poder y no somos consientes de que somos igualmente nosotros quienes podemos quitárselo.

Como sociedad debemos dejar de ser complacientes con aquellos a quienes apoyamos, debemos asumir la responsabilidad de exigirles que cumplan con aquello para lo cual los elegimos. Eres simpatizante, miembro o militante de algún partido político, pues exígeles a sus autoridades que luchen contra la corrupción, que sean responsables, éticos, honrados. Denuncia la corrupción que exista dentro del partido, transforma, cambia, grita, no seas un militante sumiso. Ten el valor de defender tus principios y verás como serás inspiración para los demás, lo que está mal no puede dejarse, esconderse o negarse, hay que corregirlo.

Para los que no creen en la política ni en los políticos, les invito a que nos ayuden a cambiar el sistema, cada elección de funcionarios es un espacio, el más pequeño, para cambiar al país. Cuando no participan dejan que las fuerzas de la inercia actúen, y se repite el ciclo de frustración. Pero si como críticos del sistema se suman y actúan como fuerza opositora organizada contra el sistema, serán entonces la palanca que empuje finalmente la rueda de la democracia participativa. Hay personas que ya no deben vivir de parásitos nuestros; hay que mandar un mensaje claro a la clase política, “estamos hartos de Uds. de la corrupción y la impunidad”… Es la organización social la que puede construir la democracia, no los partidos.