viernes, 9 de julio de 2010

El Gobierno Mauricio Funes – FMLN / REFORMISMO

Llamado a la Construcción de Ciudadanía Crítica y Activa (II)

La organización social, producto de la conciencia política colectiva, es el eje fundamental de la fuerza histórica revolucionaria que nuestro país necesita para luchar y alcanzar los cambios que empujen hacia la construcción de un nuevo proyecto de Nación donde, dentro de un fuerte y verdadero Estado de Derecho se consolide la Democracia Participativa, se construya una economía al servicio de la humanidad y en consecuencia forjemos una sociedad donde prive la solidaridad, la justicia social y prospere una cultura de amor por la vida. Un paso más dado en esa dirección fue lograr la alternancia en el gobierno, gracias al cual se abrió la esperanza del cambio hacia un mejor futuro.

Pero contrario a las expectativas de la población, este nuevo gobierno mantiene el modelo económico-político neoliberal. El Presidente afirmó que los cambios serán: “seguros, con estabilidad, sin ruptura del sistema económico y jurídico del país, en consecuencia, no habrán cambios profundos de raíz. Aclaró que habrá un cambio profundo en el modelo de la gestión pública, de la transparencia, de la participación y de la justicia social”, por tanto, éste es un gobierno reformista, no de cambio, no de izquierda, mucho menos de revolución. En principio, las figuras de este reformismo son: en el área de transparencia, las Oficinas de Información y Respuesta a la Ciudadanía (OIR) y reformas al Tribunal de Ética Gubernamental; en lo político económico, el CES (Consejo Económico y Social) cuyo trabajo no es vinculante con la aplicación de políticas del Ejecutivo; en el área de la justicia social, la respuesta a las exigencias de los lisiados de guerra, incorporación del trabajo doméstico al seguro social, creación de la Dirección de Diversidad de Sexual y otras acciones menos relevantes. Falta ver como impactará esto en la cultura del servicio público salvadoreño.

Para vender la idea del cambio éste reformismo del gobierno debe pintarse de izquierda; por tanto, reabrir relaciones diplomáticas con Cuba, declararse seguidor de la palabra de Monseñor Romero, reconocer la violación de los derechos humanos que cometió el Estado durante la guerra por las distintas dictaduras militares y los posteriores gobiernos de derecha (PCN, PDC y ARENA) y pedir perdón por esos hechos, así como por la muerte de Monseñor Romero, los sacerdotes jesuitas de la UCA y declarar este primer año en honor a Roque Dalton, son importantes reivindicaciones morales para la izquierda pero que no conducen a cambios estructurales del sistema. El reconocimiento y las disculpas no empujan la investigación y búsqueda de justicia, mucho menos la derogación de la ley de amnistía; mientras que con Cuba, hasta ahora no hay ninguna relación estratégica. Todo esto es una cortina para aparentar.

Este aparentar “izquierda” inicia con el gobierno populista de Saca y la idea de “lo social como base de todo”, presumiblemente motivada desde la injerencia estadounidense temerosa de la fortaleza en America Latina y en El Salvador de la Izquierda Socialista, en detrimento de sus intereses. Es un intento por fortalecer a la Socialdemocracia como alternativa de gobierno entre el Capitalismo “devorador” (del que esta muy conciente y cansada la población) y la “amenaza” del Socialismo del Siglo XXI, con el objetivo de detener el avance del FMLN como fuerza política-electoral a fin al proyecto del ALBA y enemigo tradicional del capitalismo. Difícilmente este gobierno irá más allá de reformas superficiales, pues la amenaza de un golpe de Estado (avalado por los E.U.) es real, tanto, que la derecha histórica reaccionaria, que participó en la organización del golpe de Estado en Honduras, invitó al golpista y criminal hondureño Roberto Micheletti para advertir de la amenaza latente de Chávez y el Socialismo sobre nuestro país.

Por otra parte, la teoría revolucionaria nos dice que los gobiernos reformistas son para desmontar la fuerza social que exige cambios. Es verdad. El movimiento social y el FMLN han perdido a muchos líderes y lideresas que han sido llamadas a formar parte del “Gobierno del cambio” logrando éste remarcar su imagen de izquierda, mientras que la fortaleza del movimiento disminuye y se paraliza, pierde su naturaleza de movimiento social y se convierte en masa, mientras que la militancia del partido se desconcierta cuando ya no se cumplen las expectativas. Entonces, surge la pregunta ¿ser gobierno u oposición? Pero a pesar de las claras diferencias entre el Ejecutivo, el Partido y el Movimiento Social de Izquierda, la experiencia de participar en este gobierno es sumamente importante: se accede a las entrañas del poder político y económico del país y se conoce la manera de administrar los recursos del mismo; por tanto, no debe darse el paso a la oposición. Estamos dentro de un proceso histórico que no comienza ni termina con este primer gobierno de alternancia, reformista, que lo único que puede hacer es esforzarse por que la institucionalidad jurídica burguesa se reconstruya y fortalezca, es decir que funcionen efectiva y eficazmente las instituciones del Estado, al menos en las que participa directamente la izquierda y eso es algo que debemos apoyar fuertemente.